Quiero inaugurar esta sección con un libro bastante curioso de un autor que es todo un personaje. Yerno de Marx, Paul Lafargue (interesante la carta que le manda papa Marx cuando se entera de que corteja a su hija, en ella le dice que controle su temperamento criollo -Lafargue nació en Chile- y que hasta el matrimonio no es pertinente dejarse llevar por la pasión, amen de pedirle explicaciones sobre su posición económica).
Paul será secretario corresponsal de la AIT en España en 1868, ayudó a extender el marxismo por Francia, regresó a España para escapar de la represión tras la comuna parisina. Aquí en España luchó porque las tesis marxistas se impusieran a las anarquistas dentro del movimiento obrero hispano. Abogó por la reducción de la jornada de trabajo a seis horas, con argumentos que después expuso en “El derecho a la pereza”. Con la expulsión de los marxistas de la AIT española, Lafargue regresa a Francia para seguir en la lucha, allí será el primer marxista que logra un puesto en el Parlamento francés, por Lille. Finalmente en 1911, retirado ya en una casita a las afueras de París (por la que pasaron Lenin y Liebknecht entre otros), se suicida con su mujer, Laura Marx. Con anterioridad se habían comprometido a no superar los 70 años para no ser una carga.
Su aportación teórica parece que es bastante importante, sobre todo en los análisis de las transformaciones que sufre el capitalismo tras la obra de Marx (concentración creciente del capital, los monopolios y la desaparición de la competencia, las sociedades por acciones, el trust-system, la bolsa, o la utilización del colonialismo para disminuir las tensiones provocadas por el crecimiento del capitalismo y la organización obrera).
Si que difiere de Marx en lo que es el tema del libro, el desprecio por el trabajo, por toda actividad productiva, lo que le separa de toda la tradición marxista de exaltación del trabajo. El aboga por no trabajar más de 3 horas diarias, y dedicar el resto del día y de la noche a “holgazanear y gozar”. Para ello dice que basta con convertir a la abundante población improductiva en población útil. Es decir, con poner a la Burguesía a trabajar. El desarrollo de la maquinaría, y el que todos hiciéramos de todo (trabajos manuales e intelectuales) rotándonos en los puestos, eran sus otras bazas para alcanzar esa utopía de la pereza.
Anhelos utópicos del XIX o crítica racional de las sociedades contemporáneas, el libro es muy sugerente.
Paul será secretario corresponsal de la AIT en España en 1868, ayudó a extender el marxismo por Francia, regresó a España para escapar de la represión tras la comuna parisina. Aquí en España luchó porque las tesis marxistas se impusieran a las anarquistas dentro del movimiento obrero hispano. Abogó por la reducción de la jornada de trabajo a seis horas, con argumentos que después expuso en “El derecho a la pereza”. Con la expulsión de los marxistas de la AIT española, Lafargue regresa a Francia para seguir en la lucha, allí será el primer marxista que logra un puesto en el Parlamento francés, por Lille. Finalmente en 1911, retirado ya en una casita a las afueras de París (por la que pasaron Lenin y Liebknecht entre otros), se suicida con su mujer, Laura Marx. Con anterioridad se habían comprometido a no superar los 70 años para no ser una carga.
Su aportación teórica parece que es bastante importante, sobre todo en los análisis de las transformaciones que sufre el capitalismo tras la obra de Marx (concentración creciente del capital, los monopolios y la desaparición de la competencia, las sociedades por acciones, el trust-system, la bolsa, o la utilización del colonialismo para disminuir las tensiones provocadas por el crecimiento del capitalismo y la organización obrera).
Si que difiere de Marx en lo que es el tema del libro, el desprecio por el trabajo, por toda actividad productiva, lo que le separa de toda la tradición marxista de exaltación del trabajo. El aboga por no trabajar más de 3 horas diarias, y dedicar el resto del día y de la noche a “holgazanear y gozar”. Para ello dice que basta con convertir a la abundante población improductiva en población útil. Es decir, con poner a la Burguesía a trabajar. El desarrollo de la maquinaría, y el que todos hiciéramos de todo (trabajos manuales e intelectuales) rotándonos en los puestos, eran sus otras bazas para alcanzar esa utopía de la pereza.
Anhelos utópicos del XIX o crítica racional de las sociedades contemporáneas, el libro es muy sugerente.
3 comentarios:
Siguiendo con esta trascendente cuestión, recomendemos otro gran libro de temática igual de ambiciosa: "Un vago dos vagos tres vagos", del Gran Wyoming.
Si Pocholo ha podido, nosotros también.
muy bueno o de marx pidiendo referencias econ'omicos al novio de su hija, tenia preocupaciones por si no era demasiado burgues?
si que es curioso, si, Marx se escudaba es que su grado de compromiso social había hecho sufrir mucho a su esposa, tanto a nivel afectivo como económico, y que no quería lo mismo para su hija. Y como veía que Lafargue se movía por los mismos derroteros que él, al ser "discípulo suyo" pues eso. También era divertido como le advertía de que controlará su sangre criolla antes de casarse, comentarios bastante racistas, porque a un europeo de pura cepa no se lo hubiera dicho.
Cronica rosa del marxismo
Publicar un comentario