Recientemente respondía a una lectora de este blog, que quizá la razón por la que este lugar está, según ella, lleno de tópicos y simplezas, sea que las verdades de este mundo son realmente fáciles de comprender cuando acudes a la raíz del problema. Que los sofismas para justificar lo injustificable y legitimar lo bastardo, lo espúreo, son cosa de otros. De esos que hablaban del fin de la historia, de las mágicas virtudes del libre mercado para traer la felicidad infinita, tan infinita como la riqueza según ellos produce nuestro sistema (para algunos es innegable que es así, pero no para la mayoría), de la esotérica conexión entre capitalismo y democracia, entre liberación y liberalización, ...
Yo sigo apostando por creer que este mundo es muy sencillo de entender si uno se lo propone. Así, la guerra es una locura, y a los hechos nos remitimos. Una ración de tópicos y simplezas sobre los efectos de la guerra entre civiles y militares:
AUMENTO DE ENFERMEDADES MENTALES EN IRAK Y COLAPSO SANITARIO: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67901
TROPAS OCUPANTES Y SUICIDIO: + BAJAS EN RETAGUARDIA QUE EN COMBATE:
Por cierto, mientras escribo esto desde Zaragoza, la ciudad de la Expo del agua y los Sitios, su principal avenida, el paseo de la Independencia, ya ha sido cortado para el desfile de exaltación militarista del próximo día uno de junio, y unos putos reactores sobrevuelan la ciudad en sus ejercicios de entrenamiento para tan vergonzante exhibición. Y el Parque Grande, también conocido por su nombre oficial, "Primo de Rivera", es estos días un vomitivo parque temático sobre el ejército y la guerra. Dudo que hablen a los niños que invitan a adentrarse en las panzas de esas máquinas de destrucción, de las minas antipersona o las bombas de racimo, de las que este país ha sembrado el planeta a través de su infame industria militar. O del Yak-42 y como considera el mando la vida de la tropa.
Me voy a poner un poco escatológico y simple mientras la máquinas de muerte sobrevuelan esta ciudad, pero la libertad de expresión me ampara. ¡Ojalá un truño del tamaño de una fragata caiga ese día sobre la cabeza de los que aman esa parasitaria y asesina forma de vida castrense! ¡Ojalá una lluvia de heces y orines estropee este día vergonzoso! porque por más que le doy vueltas, no veo yo razón para estar orgulloso de que la vocación personal de un semejante se incline hacia cómo matar más y mejor al prójimo. Pero sabiendo que estos deseos no se van a cumplir, y que las heces no caen de cielo, no me hago ilusiones, pero de lo que estoy seguro es de en esta sociedad podrida, basta con mirar alrededor para ver la mierda por todas partes. Y el día 1 de junio especialmente.
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