Reproducimos este interesante artículo publicado en Rebelión. En este caso, el riesgo de las mentiras no está recayendo precisamente sobre los mentirosos, sino sobre los millones de víctimas de sus mentiras, entre las que hay que contar las del 11-M, por ejemplo. Cuando vayan a atacar Venezuela con las mismas estrategias mentirosas, veremos cómo reacciona cada uno, especialmente ZP y sus votantes.
Un régimen totalmente al margen de la ley
Paul Craig Roberts
Counterpunch
Traducido para Cubadebate y Rebelión por S. Seguí
Paul Craig Roberts
Counterpunch
Traducido para Cubadebate y Rebelión por S. Seguí
Es ya un hecho incontrovertible, conocido en todo el mundo, que George W. Bush y su equipo mintieron descaradamente para justificar sus guerras de agresión contra Afganistán e Iraq, y que este mismo gobierno está repitiendo la jugada, en la esperanza de lanzar un ataque sobre Irán.
Se ha publicado una serie de testimonios de altos cargos nombrados por Bush, incapaces ya de soportar más mentiras. El primer secretario del Tesoro, Paul O’Neill, nombrado por Bush, nos ha informado de que la invasión de Iraq estaba ya programada antes del 11 de septiembre. Y también hay un memorándum filtrado de Downing Street, residencia del primer ministro británico, en el que el jefe de los servicios secretos británicos anunció al primer ministro y su gabinete que los estadounidenses habían decidido atacar Iraq, y que estaban fabricando los “informes de inteligencia” que permitieran justificar el ataque.
Y ahora, el portavoz de la Casa Blanca durante los años 2003 a 2006, Scott McClellen, nos ratifica lo que ya sabíamos: que el presidente Bush nos engaño y nos llevó a la guerra basándose en mentiras y montajes justificatorios; y que a él, Scott McClellen, lo engañaron para que realizase una declaración pública falsa en la que negaba que el alto colaborador de Dick Cheney Scooter Libby y el alto funcionario de la Casa Blanca Karl Rove estuvieran cometiendo un delito grave, según la legislación estadounidense, al revelar la identidad de una agente secreta de la CIA, Valerie Plame.
Como resultado de las mentiras de Bush, tenemos un millón de iraquíes muertos, mujeres y niños en su mayoría; cuatro millones de iraquíes desplazados; 4.100 soldados americanos muertos y decenas de miles gravemente heridos. Y nadie sabe cuántos muertos se han registrado en Afganistán. Además, continúa la carnicería israelí de palestinos y libaneses con arreglo al guión de la guerra contra el terrorismo.
Los únicos que están satisfechos con estas guerras son los neconservadores estadounidenses, la derecha israelí, el complejo militar-industrial-securitario de Estados Unidos, y Osama bin Laden.
El gobierno de Bush ha generado un odio y una ausencia de respeto hacia Estados Unidos enormes. Una reciente encuesta de ámbito mundial ha mostrado que George W. Bush está entre los líderes mundiales peor considerados, y uno de los que menos confianza suscita, junto al títere estadounidense general Pervez Musharraf, de Pakistán, y al presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, éste con la desventaja de ser víctima de una campaña de demonización por parte de los medios de comunicación europeos y estadounidenses controlados por las grandes corporaciones, que funcionan como ministerios de propaganda de los gobiernos que controlan sus licencias de emisión. Los medios de comunicación estadounidenses y europeos han hecho de la mentira su modo de vida.
Los dos líderes con mayor aceptación son el secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon y el presidente de Rusia Vladimir Putin.
Así pues, nuestro antiguo adversario, Rusia, tiene hoy un líder más respetado que el presidente de la Gran Nación Libre, una Gran Nación Libre que no ha movido ni una ceja mientras su líder destruía las libertades civiles del país, la reputación de éste, los empleos de los estadounidenses, y además comprometía a Estados Unidos en una carrera de crímenes de guerra punibles con arreglo al Tribunal Internacional de La Haya.
Algunos lectores de mi reciente columna Elegir a Obama o caer en la tiranía han manifestado su opinión. Siguiendo las manifestaciones del ex gobernador de Alabama George Wallace, los lectores afirman que Obama no va a marcar ninguna diferencia. Que es exactamente lo que yo escribí.
Afirmaba yo que Obama no iba a marcar las diferencias, en la medida en que se ha puesto ya, él y su gobierno, en manos de Wall Street y del lobby israelí. Afirmaba también que el pueblo estadounidense sí podía marcar las diferencias al rechazar a los republicanos, ya que ésta iba a ser la única rendición de cuentas que éstos iban a sufrir. Si los estadounidenses reeligen un gobierno republicano, validarán con ello el derecho del presidente de violar con impunidad la legalidad estadounidense e internacional; validarán la utilización por parte del presidente de los Estados Unidos del engaño y de la mentira para lanzar guerras de agresión, que son crímenes de guerra con arreglo a la jurisprudencia establecida en los juicios de Nuremberg por Estados Unidos mismo. El pueblo estadounidense convalidará la violación de las libertades civiles de la nación en nombre de seguridad nacional. El pueblo estadounidense liquidará la Constitución y se colocará a la merced total del gobierno.
La reelección de los republicanos significa el fin de Estados Unidos como tierra de libertad.
Comparto la idea de que nosotros, en tanto que país de libertades, estamos cerca de nuestro final. Tomemos por ejemplo a los demócratas. Hoy, 20 de junio, la Cámara de Representantes, que los votantes pusieron en manos de los demócratas en las elecciones legislativas de 2006 para poner fin a la infinita barbarie perpetrada por Estados Unidos en Iraq, ha votado el mayor presupuesto de guerra de nuestra historia. Los demócratas, supuestamente opuestos a la guerra, han bajado los brazos y han ofrecido al gobierno guerrerista de camisas pardas republicano todo lo que éste pedía.
Los demócratas de la Cámara, conducidos por Nancy Pelosi –autora de la afirmación “El impeachment está totalmente descartado”– ha contribuido a la vergüenza demócrata al aprobar hoy, 20 de junio, una ley que blinda ante cualquier castigo al criminal gobierno de Bush y a las
grandes corporaciones de telecomunicaciones a las que éste obligó con coacciones a cometer delitos punibles por las leyes de Estados Unidos, y a colaborar en el espionaje ilegal de los ciudadanos estadounidenses.
La gran esperanza de los Padres Fundadores del país, la cámara del pueblo, la Cámara de Representantes, ha aprobado una ley ilegal e inconstitucional, con carácter retroactivo, que convierte en legales determinadas acciones que eran ilegales en el momento en que se cometieron.
Si una Cámara de Representantes demócrata aprueba una ley con efectos retroactivos para legalizar las violaciones criminales realizadas por el gobierno republicano, esta misma Cámara aprobará leyes que conviertan en ilegales las acciones que usted pudo realizar legalmente ayer. Nadie está ya seguro en Estados Unidos. Al abandonar la Constitución del país, republicanos y demócratas han hecho de Estados Unidos un país tan potencialmente inseguro como Zimbabue para cualquiera que se sienta violentado por el gobierno.
La caída definitiva del Partido Demócrata y de la Cámara de Representantes es el hito que señala el final de la libertad y la democracia en Estados Unidos.
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan. Asimismo, fue redactor jefe asociado del Wall Street Journal, en su sección de editoriales, y redactor colaborador de National Review. Es coautor del libro The Tyranny of Good Intentions (La tiranía de las buenas intenciones).
Se ha publicado una serie de testimonios de altos cargos nombrados por Bush, incapaces ya de soportar más mentiras. El primer secretario del Tesoro, Paul O’Neill, nombrado por Bush, nos ha informado de que la invasión de Iraq estaba ya programada antes del 11 de septiembre. Y también hay un memorándum filtrado de Downing Street, residencia del primer ministro británico, en el que el jefe de los servicios secretos británicos anunció al primer ministro y su gabinete que los estadounidenses habían decidido atacar Iraq, y que estaban fabricando los “informes de inteligencia” que permitieran justificar el ataque.
Y ahora, el portavoz de la Casa Blanca durante los años 2003 a 2006, Scott McClellen, nos ratifica lo que ya sabíamos: que el presidente Bush nos engaño y nos llevó a la guerra basándose en mentiras y montajes justificatorios; y que a él, Scott McClellen, lo engañaron para que realizase una declaración pública falsa en la que negaba que el alto colaborador de Dick Cheney Scooter Libby y el alto funcionario de la Casa Blanca Karl Rove estuvieran cometiendo un delito grave, según la legislación estadounidense, al revelar la identidad de una agente secreta de la CIA, Valerie Plame.
Como resultado de las mentiras de Bush, tenemos un millón de iraquíes muertos, mujeres y niños en su mayoría; cuatro millones de iraquíes desplazados; 4.100 soldados americanos muertos y decenas de miles gravemente heridos. Y nadie sabe cuántos muertos se han registrado en Afganistán. Además, continúa la carnicería israelí de palestinos y libaneses con arreglo al guión de la guerra contra el terrorismo.
Los únicos que están satisfechos con estas guerras son los neconservadores estadounidenses, la derecha israelí, el complejo militar-industrial-securitario de Estados Unidos, y Osama bin Laden.
El gobierno de Bush ha generado un odio y una ausencia de respeto hacia Estados Unidos enormes. Una reciente encuesta de ámbito mundial ha mostrado que George W. Bush está entre los líderes mundiales peor considerados, y uno de los que menos confianza suscita, junto al títere estadounidense general Pervez Musharraf, de Pakistán, y al presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, éste con la desventaja de ser víctima de una campaña de demonización por parte de los medios de comunicación europeos y estadounidenses controlados por las grandes corporaciones, que funcionan como ministerios de propaganda de los gobiernos que controlan sus licencias de emisión. Los medios de comunicación estadounidenses y europeos han hecho de la mentira su modo de vida.
Los dos líderes con mayor aceptación son el secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon y el presidente de Rusia Vladimir Putin.
Así pues, nuestro antiguo adversario, Rusia, tiene hoy un líder más respetado que el presidente de la Gran Nación Libre, una Gran Nación Libre que no ha movido ni una ceja mientras su líder destruía las libertades civiles del país, la reputación de éste, los empleos de los estadounidenses, y además comprometía a Estados Unidos en una carrera de crímenes de guerra punibles con arreglo al Tribunal Internacional de La Haya.
Algunos lectores de mi reciente columna Elegir a Obama o caer en la tiranía han manifestado su opinión. Siguiendo las manifestaciones del ex gobernador de Alabama George Wallace, los lectores afirman que Obama no va a marcar ninguna diferencia. Que es exactamente lo que yo escribí.
Afirmaba yo que Obama no iba a marcar las diferencias, en la medida en que se ha puesto ya, él y su gobierno, en manos de Wall Street y del lobby israelí. Afirmaba también que el pueblo estadounidense sí podía marcar las diferencias al rechazar a los republicanos, ya que ésta iba a ser la única rendición de cuentas que éstos iban a sufrir. Si los estadounidenses reeligen un gobierno republicano, validarán con ello el derecho del presidente de violar con impunidad la legalidad estadounidense e internacional; validarán la utilización por parte del presidente de los Estados Unidos del engaño y de la mentira para lanzar guerras de agresión, que son crímenes de guerra con arreglo a la jurisprudencia establecida en los juicios de Nuremberg por Estados Unidos mismo. El pueblo estadounidense convalidará la violación de las libertades civiles de la nación en nombre de seguridad nacional. El pueblo estadounidense liquidará la Constitución y se colocará a la merced total del gobierno.
La reelección de los republicanos significa el fin de Estados Unidos como tierra de libertad.
Comparto la idea de que nosotros, en tanto que país de libertades, estamos cerca de nuestro final. Tomemos por ejemplo a los demócratas. Hoy, 20 de junio, la Cámara de Representantes, que los votantes pusieron en manos de los demócratas en las elecciones legislativas de 2006 para poner fin a la infinita barbarie perpetrada por Estados Unidos en Iraq, ha votado el mayor presupuesto de guerra de nuestra historia. Los demócratas, supuestamente opuestos a la guerra, han bajado los brazos y han ofrecido al gobierno guerrerista de camisas pardas republicano todo lo que éste pedía.
Los demócratas de la Cámara, conducidos por Nancy Pelosi –autora de la afirmación “El impeachment está totalmente descartado”– ha contribuido a la vergüenza demócrata al aprobar hoy, 20 de junio, una ley que blinda ante cualquier castigo al criminal gobierno de Bush y a las
grandes corporaciones de telecomunicaciones a las que éste obligó con coacciones a cometer delitos punibles por las leyes de Estados Unidos, y a colaborar en el espionaje ilegal de los ciudadanos estadounidenses.
La gran esperanza de los Padres Fundadores del país, la cámara del pueblo, la Cámara de Representantes, ha aprobado una ley ilegal e inconstitucional, con carácter retroactivo, que convierte en legales determinadas acciones que eran ilegales en el momento en que se cometieron.
Si una Cámara de Representantes demócrata aprueba una ley con efectos retroactivos para legalizar las violaciones criminales realizadas por el gobierno republicano, esta misma Cámara aprobará leyes que conviertan en ilegales las acciones que usted pudo realizar legalmente ayer. Nadie está ya seguro en Estados Unidos. Al abandonar la Constitución del país, republicanos y demócratas han hecho de Estados Unidos un país tan potencialmente inseguro como Zimbabue para cualquiera que se sienta violentado por el gobierno.
La caída definitiva del Partido Demócrata y de la Cámara de Representantes es el hito que señala el final de la libertad y la democracia en Estados Unidos.
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan. Asimismo, fue redactor jefe asociado del Wall Street Journal, en su sección de editoriales, y redactor colaborador de National Review. Es coautor del libro The Tyranny of Good Intentions (La tiranía de las buenas intenciones).
Puede contactarse en: paulcraigroberts@yahoo.com
S. Seguí pertenece a los colectivos de Rebelión y Cubadebate.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar el nombre del autor y el del traductor, y la fuente.
S. Seguí pertenece a los colectivos de Rebelión y Cubadebate.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar el nombre del autor y el del traductor, y la fuente.
3 comentarios:
Personalmente no creo que al mundo le vaya mejor con Obama que con McCain, así que me da bastante igual quien gane las elecciones. Imagino que algunos les irá mejor con republicanos y a otros con demócratas, ya que se mueven por intereses no por ideologías o valores éticos. Por ejemplo, Obama apoya el Tratado de Libre Comercio con Perú, pero no el de Colombia, ya que necesita los votos del sindicalismo estadounidense que está en contra del terrorismo de Estado de Uribe. Con estos "principios" poco se puede esperar de Obama, que ya en la oposición(donde se puede más radical que en el gobierno, como ha demostrado ZP)ha apoyado la agresión militar de Uribe contra Ecuador, la agresión verbal contra Hugo Chávez y la planeada agresión militar de Israel contra Irán.
Ambos quieren que USA siga siendo el Imperio dominante, la diferencia es que McCain seguiría el discurso duro y la praxis dura de Bush y Obama apostará por el discurso amable y pro derechos humanos y la praxis dura (un poco como Carter después de Vietnam, recuperar la autoridad moral para seguir ejerciendo su fuerzz militar y económica).
Por cierto, se acercan las elecciones estadounidenses y eso no suele ser bueno para el mundo. En esta ocasión parece ser que Irán serán los más perjudicados por la necesidad que tienen los republicanos de que pase algo grave (una especie de 11-S) que haga desear a los imbeciles estadounidenses (a los que lo hagan, no a todos) que les gobierne un General, un padre protector con mano dura, es decir McCain. También está la posibilidad de que Uribe y Bush provoquen un conflicto militar en América latina, pero un ataque israelí a Irán con apoyo USA parece la ayuda necesaria final para la victoria de McCain, que de otro modo podría ser derrotado.
Tengo algo de sabiduría maravillosa.
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