A la espera de que en España los sindicatos mayoritarios hagan algo después del 29-S, en Francia la gente ha decidido no esperar a los sindicatos sino forzarlos a que continúen con las movilizaciones en contra de la reforma del sistema de pensiones. Sin pretender idealizar en nada a la sociedad francesa, es evidente que en algunas cosas nos llevan años luz. También es cierto que allí gobierna la supuesta derecha y aquí la supuesta izquierda, lo cual, hay que reconocerlo, influye mucho en la voluntad movilizadora de algunos sindicatos y sectores sociales. Los sindicatos están bastante divididos, pero sus bases lo tienen más claro, hay que seguir luchando con determinación, especialmente las de CGT(nada que ver con la CGT española, ya que la francesa es la primera central sindical), con unos dirigentes ansiosos por negociar y dejar las manifestaciones, y a la que solo la presión de sus bases mantiene en la Intersindical que está organizando las protestas. El resto de sindicatos de la Intersindical, especialmente Solidaires quieren continuar hasta el rechazo total de las reformas. Es importante ver como la voz la están llevando más las asambleas en los propios centros de trabajo o estudio que los comités de empresas o dirigentes sindicales que se estan viendo arrastrados por los los antes comentados.
Y Sarkozy no sabe que hacer (fue elegido prometiendo no tocar las pensiones) , no puede dar marcha atrás, porque la calle ya le ha echado abajo algunas reformas y leyes, y no encuentra el modo de que la gente vuelva a sus casas. Han intentado una formula muy conocida por aquí, policías de paisanos metidos en manifestaciones haciendo destrozos para forzar la intervención represiva y meter miedo a la gente, pero de momento no da resultado, y la situación se le está empezando a irse de las manos.
Desde aquí, seguiremos con atención lo que pasa en Francia, a la espera de que en España pase algo, y es que, como en España, no son solo los últimos recortes los que están en juego, sino que una derrota de los movimientos sociales y sindicatos ahora dejarían paso libre a una ofensiva gubernamental más amplia y profunda, que en Francia significaría la privatización de la seguridad social (gran objetivo del gobierno Sarkozy).
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